El nombre de «Ester» significa «estrella». Y le resultó muy apropiado porque en realidad resultó ser la estrella del espectáculo, la heroína de la historia del libro de la Biblia que lleva su nombre. Sin embargo, es la mano invisible de Dios la que actúa tras bastidores.

Solo un Ser tan misericordioso y omnisciente habría puesto Su mano sobre una jovencita huérfana y desconocida, y llenarla de impresionante dignidad.

Cuando Dios se encarga de las circunstancias, Él espera que nosotros hagamos nuestra parte y cumplamos nuestra responsabilidad. El solo hecho de estar en el lugar preciso en el momento correcto no es suficiente. Es imprescindible cumplir con la responsabilidad que nos corresponde pues la oportunidad no es lo mismo que la victoria. Eso fue precisamente lo que Mardoqueo le recordó a Ester. Él la había criado y él la había preparado. Sabía hasta donde podía moverla. Pero, sobre todo, conocía su carácter. Sabía la pasta de que estaba hecha.

Fomentar el cultivo del carácter es exactamente lo que unos padres sabios hacen, estimulando y exhortando a sus hijos para que alcancen la madurez. Como padre o madre, usted tiene ocasiones en su vida, breves oportunidades, breves circunstancias, en las que puede intervenir y ayudar a sus hijos a comprender el valor de ser firmes y fuertes. A medida que ellos se desarrollan y cambian, y esas ocasiones prácticas se convierten en una relación distante, usted debe animar a sus hijos a defender lo que creen, aunque tengan que enfrentar la situación solos y luego confiar en que podrán hacerlo sin la presencia suya a su lado.

Mardoqueo está en ese momento. Así pues, cuando Hatac viene con la respuesta de Ester, Mardoqueo se aprieta el cinturón alrededor de su vestido de cilicio y habla fuerte. Apela al carácter de ella con estas elocuentes palabras:

«No te creas que por estar en el palacio escaparás cuando todos los demás judíos sean asesinados. Si te quedas callada en un momento como este, el  alivio y la liberación para los judíos surgirán de algún otro lado, pero tú y  tus parientes morirán. ¿Quién sabe si no llegaste a ser reina precisamente  para un momento como este?» Ester 4:13-14, NTV

Entonces Ester se muestra tal cual es: una persona muy osada. Sus palabras revelan una gran fe, mezclada con una gran valentía:

«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No  coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo  haremos lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré». Ester 4:16, NTV

¿Acaso no es esta una gran respuesta? ¿Acaso no es esta una gran mujer? Había tenido apenas unos cuantos momentos para pensar en lo que Mardoqueo le había dicho. Pero era todo lo que ella necesitaba. Estaba determinada a hacer su parte, sin importarle las consecuencias.

Cuando respondemos con valentía, fortaleza y dignidad, se nos permite participar con Dios en el proceso de convertir las «coincidencias» soberanas, en victoria, tal como atestigua la historia de Ester. Incluso el convertirse en reina no hizo que esta bella mujer hiciera alarde de su independencia o pavoneara sus habilidades. ¡No esta dama! Esta preciosa, encantadora y sabia mujer seguía dispuesta a escuchar y aprender y, sobre todo, a actuar en el momento propicio. Ester sigue siendo un excelente ejemplo para las mujeres de hoy que les hace desear ser personas de valor y dignidad.