Proverbios 24

Analicemos nuevamente la analogía de la construcción. La sabiduría ha puesto un fundamento sólido en el hogar y sus líderes están comprometidos a hacer que la Palabra de Dios sea su parámetro de procedimiento. Gracias a este fundamento, la estructura doméstica empieza a colocarse. Gracias a la comprensión ingeniosa de los adultos, las necesidades prácticas de un hogar son satisfechas y el hogar toma forma.

Una casa, sin embargo, no es un hogar. Un hogar necesita personas que vivan en ella.

Con conocimiento se llenan los cuartos de todo bien preciado y agradable

El término hebreo de la palabra conocimiento se basa en la raíz del verbo yada que significa «saber» o «tener una comprensión profunda». Uno logra obtener esa clase de conocimiento por medio de una experiencia personal. El Antiguo Testamento utiliza yada para describir el conocimiento penetrante de Dios en cada individuo (Génesis18:19; Deuteronomio 34:10; Isaías 38:8; Salmos 1:6; 37:18). La Escritura también utiliza esta palabra en referencia a las relaciones sexuales ya que, en una relación normal y saludable, la pareja llega a conocerse mutuamente de manera especial y exclusiva (Génesis 4: l; 19:8; Números 31:17, 35). En otros contextos, yada denota la capacidad de utilizar la experiencia para discernir entre dos alternativas (Génesis 3:5, 22; Deuteronomio 1:39; Isaías 7:15), una habilidad que no tienen los novatos. En pocas palabras, el conocimiento es el aprendizaje con percepción. Obtenemos conocimiento cuando tenemos una actitud de aprendizaje, una disposición para escuchar y una curiosidad saludable. El conocimiento busca la verdad.

El proverbio antes mencionado dice que un hogar se llena de «todo bien preciado y agradable», lo cual es una referencia literal a la riqueza material. Sin embargo, ya que este proverbio tiene una naturaleza simbólica muy importante, la interpretación figurativa tiene más sentido. En el resto de la literatura de sabiduría, las riquezas deben ser la búsqueda menos importante. Las prioridades de la sabiduría son: primero, obediencia a Dios; segundo, armonía con el prójimo. Todo lo demás queda relegado a un tercer plano. Sugiero, por lo tanto, que las riquezas tienen que ver con las personas del hogar.

Una aplicación práctica de este proverbio tiene que ver con las relaciones. Después de todo, el conocimiento obtenido con el tiempo capacita a los miembros de la familia para que se traten mutuamente de manera sabia, razonable, justa y compasiva. Descubrimos el temperamento, las aptitudes, los puntos fuertes y débiles, los defectos, los talentos y las preferencias de los que estamos en el hogar, con el deseo de ayudarnos mutuamente. En lugar de estar peleando y dañándonos, utilicemos ese conocimiento obtenido por medio de la experiencia para reaccionar de manera constructiva. Nuestro objetivo principal es convertirnos en agentes responsables de la senda de Dios y de Su plan y hacer que cada uno de los miembros del hogar triunfe.

Reflexión: ¿Conoce bien a las personas que viven en su hogar? ¿Realmente las conoce? Durante la próxima semana, analice a cada uno de los miembros de su hogar. No se enfoque en lo negativo; eso es fácil y obvio. Más bien, pregúnteles lo que les gusta y lo que no les gusta, sus planes para el futuro, lo que les causa temor, lo que esperan y lo que sueñan lograr. Observe a cada persona de tal forma que pueda descubrir talentos escondidos, intereses o habilidades. Escriba sus descubrimientos en un diario.

Obtenemos conocimiento cuando tenemos una actitud de aprendizaje, una disposición para escuchar y una curiosidad saludable.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.