Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice. (2 Timoteo 1:5)
Pablo sabía la herencia de Timoteo. Sabía que las cosas que caracterizaron a su abuela y a su madre también caracterizaban a Timoteo. Así es cómo funciona la fe sincera . . . .
¡Escuchen esto, padres y madres! Por favor, lean mis palabras con atención. Una iglesia, una escuela evangélica, un círculo de amigos creyentes pueden depositar información en las cabezas; pero no pueden traducir la verdad a vida auténtica. Esas avenidas no pueden hacerla “real.” La verdad no se entreteje por sí misma en vida real práctica sino cuando fluye por usted. Los hijos reúnen la información. La aprenden de los libros. La ven impresa en una página. Pero luego las miran a ustedes para verla modelada en una fe de tipo sincero.
Créanme, podemos darles a nuestros hijos las palabras que decir, podemos transmitirles conceptos bíblicos hasta quedarnos sin aliento, pero nada de eso encajará en la realidad mientras nuestros pequeños no vean en casa la realidad de esas verdades.