Una canción y una circunstancia

David escribió esta canción triste de desánimo para ser tocada en un instrumento que expresara adecuadamente ese sentimiento de desánimo que le dio vida a esa canción.

Una vida sin comparación

La lección central del Salmo 1 es esta: no existe ninguna similitud entre la vida espiritual del justo y la vida del impío que lentamente se erosiona.

La vida impía

Muchos incrédulos viven vidas buenas y saludables, es más, algunos hacen cosas muy especiales. ¿Cómo entonces puede alguien decir que ellos no estarán en la congregación de los justos?

Un caminar intransigente

No existe ningún atajo para la madurez espiritual. Al igual que la madurez física, el desarrollo ocurre diariamente y necesita buena alimentación y un ambiente adecuado.

La vida justa

En los primeros tres versículos del Salmo 1, el salmista describe una persona que decide vivir una vida recta, una persona que conscientemente resiste las desviaciones sutiles de la transigencia. Él presenta el concepto de una persona que se mantiene lejos de cualquier cosa que pueda erosionar su compromiso de vivir piadosamente.

Tolerancia y erosión

De manera lenta y casi imperceptible, una racionalización lleva a otra, la cual crea una serie de alteraciones igualmente dañinas en una vida que antes era estable, firme y confiable. Ese parece ser el tema del salmista al componer su primera canción, y con ella nos anima a resistir hasta la tentación más ínfima que nos lleve a transigir nuestras convicciones.

Escribir con espinas

Cuando hay dolor, desconsuelo, aflicción y pérdida, a menudo ayuda escribir nuestros sentimientos . . . no solo sentirlos. Poner palabras sobre papel parece liberar a nuestros sentimientos de la solitaria prisión de nuestras almas.

«¿Hay alguien quien me pueda detener, por favor?», Primera parte

Si se nos deja solos, casi siempre optaremos por los extremos. Lo que explica por qué el Libro de Dios enfatiza a menudo la moderación, el auto control, el suavizar de las esquinas agudas de nuestra vida con curvas más suaves que requieren conducir a una menor velocidad.

La familia: No hay substituto que valga, Segunda parte

Cuando permitimos que la tiranía de lo urgente —las crecientes demandas— resten del contenido de nuestro tanque de energía e interés dejando a la familia con solo el vapor de promesas rotas y sueños no concretados, ¡nuestro esfuerzo se vuelve una pérdida de tiempo! Estamos substituyendo lo auténtico con lo artificial.