Los cristianos deben orar y promover la paz de Israel

Sin importar que tan pequeños o tenues sean los pasos hacia la paz, los cristianos deben mostrarse agradecidos. Cristo dijo: “Bienaventurados los pacificadores” (Mateo 5:9). El apóstol Pablo le pidió a los creyentes que oraran por aquellos líderes que promueven la paz. “Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres;  por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad (1 Timoteo 2:1-2).

Los cristianos siguen preocupados por el bienestar de la tierra de Israel.

En su búsqueda por la paz, los cristianos todavía miran con atención cualquier acuerdo entre judíos y árabes esperando que éste sea justo y equitativo.

El pueblo de Israel ocupa un lugar central en el plan y en el corazón de Dios. Dios le prometió a la nación de Israel una tierra en particular (Génesis 15), y esa promesa nunca ha sido revocada (Salmos 105:8-11).

Aunque Dios le prometió la tierra a Abraham y a su descendencia por medio de Isaac, los cristianos no pueden ignorar los derechos legítimos y aspiraciones de aquellos cristianos y musulmanes que han vivido en esa tierra por cientos de años.

En la Ley, Dios dio instrucciones específicas sobre cómo tratar a los que no fueran israelitas que vivieran junto al pueblo de  Israel: “No maltrates ni oprimas a los extranjeros en ninguna forma. Recuerda que tú también fuiste extranjero en la tierra de Egipto.” (Éxodo 22:21, NTV).

El profeta Ezequiel  habló de una época cuando Israel volvería a juntarse en esa tierra. Sin embargo, cuando ese tiempo llegara, Dios le mandó a Israel que proveyera tierra para los extranjeros que vivirían allí (Ezequiel 47:21-22).

Los acuerdos de paz modernos no son un cumplimiento de la profecía bíblica, pero pueden convertirse en la plataforma de eventos futuros.

La Biblia predice que antes que Cristo regrese a este mundo, se firmará un “pacto” entre un líder mundial y los “demás” (Daniel 9:27). Este acuerdo durará siete años y aparentará un período de paz mundial que después se convertirá en una época de tribulación (1 Tesalonicenses 5:3).

Existen varios paralelos notables entre ese acuerdo futuro y los acuerdos actuales:

  1. Ambos acuerdos se refieren a un tipo de tratado entre Israel y otras naciones.
  2. Ambos acuerdos ofrecen la esperanza de una paz duradera.
  3. Ambos acuerdos son dirigidos por potencias externas occidentales.
  4. Ambos acuerdos tienen un período de tiempo específico.

Recuerde, no habrá paz duradera en el Medio Oriente hasta que el Príncipe de Paz regrese

La paz que Cristo da no es una paz frágil como la que ahora se ofrece en el Medio Oriente. “Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.” (Juan 14:27, NTV).

El Medio Oriente únicamente experimentará la paz genuina y duradera hasta la segunda venida de Cristo cuando Él regrese a este mundo a acabar con la guerra y las luchas.

Pues nos ha nacido un niño . . . y será llamado . . . Príncipe de Paz.
Su gobierno y la paz nunca tendrán fin. (Isaías 9:6-7, NTV)

Pero tú, Belén Efrata . . . saldrá de ti un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad. Y él se levantará para dirigir a su rebaño con la fuerza del Señor y con la majestad del nombre del Señor su Dios. Entonces su pueblo vivirá allí tranquilo, porque él es exaltado con honores en todas partes. Y él será la fuente de paz. (Miqueas 5:2, 4-5, NTV).

Por esa razón, mientras ora por la paz de Jerusalén, ore para que el pueblo de Israel acepte a su Príncipe de Paz.