Al considerar los principios bíblicos sobre varias cosas en esta vida, ciertamente no podemos pasar por alto el tema del dinero. Sin embargo, hablar sobre este tema no es fácil. La mayoría de las personas se ponen tensas y aprietan su billetera un poco más fuerte. Cuando se mencionan las palabras diezmo y mayordomía, muchas personas están listas para salir corriendo. Esto tenemos que agradecérselo en gran parte a los predicadores del evangelio de prosperidad. Estos falsos maestros han quebrantado la confianza entre las personas y el púlpito. Ellos enseñan que las bendiciones de Dios se pueden comprar por el precio correcto, y que la bendición más grande de Dios para Su pueblo es monetaria. Pero en realidad, las bendiciones de Dios no están a la venta. Él derrama Sus dones en forma gratuita, sean estos materiales o de cualquier clase, a quien Él quiere. De hecho, Pablo escribió sobre este tema en el último capítulo de la primera carta a Timoteo, explicando que Dios espera el contentamiento y la mayordomía de parte de Sus hijos. El Señor exhorta a los cristianos a hacer buen uso de Sus dones con el fin de lograr Sus propósitos y darle gloria a Él.
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