Seis maneras en que estudiar y aplicar la Biblia contribuye al crecimiento espiritual

De la misma manera en que llevar una dieta saludable y nutritiva, combinada con un ejercicio adecuado nos ayuda a crecer fuertes y saludables, el estudio y aplicación frecuente de las Escrituras nos ayuda a crecer espiritualmente y madurar en nuestra fe cristiana.

En el libro de Aliméntese de las Escrituras: Encuentre la nutrición que su alma necesita, el pastor Charles R. Swindoll presenta seis maneras en que estudiar y aplicar la Biblia nos ayuda a crecer espiritualmente:

  1. Estudiar y aplicar la Biblia da sustancia a nuestra fe.

Las personas que no conocen a Dios dependen de las emociones, de la tradición y de la opinión de los demás. Todas esas fuentes carecen de sustancia. Todo eso se vuelve especialmente evidente cuando nos encontramos bajo ataque y la prueba de nuestra fe se intensifica. Jesús enseñó a Sus discípulos la importancia de edificar su fe sobre la roca firme de Su Palabra en vez de la arena movedizas de los sentimientos o la sabiduría terrenal (Mateo 7:24–27). Cuando lleguen las tormentas de la vida, y créame que vendrán, qué mejor que tener una fe firmemente arraigada en las verdades de Dios, cuidadosamente establecida a través de la disciplina del estudio y la aplicación dirigida por el Espíritu Santo.

  1. Estudiar y aplicar la Biblia nos da estabilidad durante los momentos de prueba.

Santiago escribió a los cristianos cansados ​​de la vida que «cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse» (Santiago 1:2–3, NTV). Estudiar y aplicar la Palabra de Dios proporciona los pilares que necesitamos para mantener firme nuestra fe cuando soplan los vientos de la adversidad. No nos tambaleamos en nuestra fe—sino que creemos. Y al creer, llevamos una vida más estable y efectiva.

  1. Estudiar y aplicar la Biblia nos permite manejar las Escrituras con cuidado y precisión.

Cuando el apóstol Pablo estableció su plan de sucesión ministerial, le escribió a Timoteo, su aprendiz, y lo instó a esforzarse «para poder presentarte delante de Dios y recibir su aprobación. Sé un buen obrero, alguien que no tiene de qué avergonzarse y que explica correctamente la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15, NTV). Ese esfuerzo al que se Pablo se refiere es el arduo trabajo leer y estudiar las Escrituras. Cuando entendemos los principales temas y parámetros teológicos de la Biblia, confiamos en la verdad bíblica en vez de las tendencias actuales del momento para atraer a las personas y servirles comidas espiritualmente nutritivas.

  1. Estudiar y aplicar la Biblia nos equipa para enfrentar y detectar errores.

Cuando nos enfrentamos a un pasaje de las Escrituras, podemos entenderlo e interpretarlo por nuestra cuenta, en lugar de depender de otra persona. A medida que crecemos en nuestra comprensión espiritual, podemos detectar más fácilmente errores sutiles y corregirlos con hechos bíblicos asegurando que lo que enseñamos a los demás es bíblico y preciso, en lugar de decir lo que creemos que las personas quieren oír (1 Juan 4:1).

  1. Estudiar y aplicar la Biblia fortalece nuestra confianza espiritual.

Mientras más crezcamos en nuestro conocimiento y aplicación de la Palabra de Dios, más confianza tendremos en articular lo que creemos y en servir alimento espiritual nutritivo. Eso nos ayuda a mantenernos firmes cuando la verdad absoluta se ve atacada por una cultura empeñada en negar la existencia de Dios y burlarse de cualquiera que siga Sus caminos (2 Corintios 3:4–5).

  1. Estudiar y aplicar la Biblia filtra nuestros temores y supersticiones.

Qué fácil es para los creyentes, especialmente aquellos jóvenes en su fe, responder con miedo a los desafíos de la vida. Pero cuando hemos establecido una prioridad de estudiar la Palabra de Dios y permitir que se infiltre en nuestras actitudes y nuestras acciones, y en nuestra enseñanza, podemos capacitar al pueblo de Dios para evitar ser irracionales y supersticiosos (2 Timoteo 1:7).

¿En qué etapa de desarrollo espiritual se encuentra usted en este momento? ¿Se está alimentando lo suficiente y nutritivamente? ¿Conoce bien la cocina como para prepararse sus propias comidas espirituales? ¿Está ayudando a otros a preparar sus propios alimentos espirituales? Dios permita que así sea.

Me encanta cómo lo expresa C. S. Lewis: «Si el mundo entero fuera cristiano, no importaría que fuera iletrado. Pero, tal y como están las cosas, la vida cultural existirá fuera de la iglesia, independientemente de si dentro existe o no. Ser ignorante y simple ahora —no ser capaz de hacer frente a los enemigos en su propio terreno— sería arrojar nuestras armas y traicionar a nuestros compañeros iletrados, que no tienen, ante Dios, otra defensa salvo nosotros contra los ataques intelectuales de los paganos». Y añade: «La buena filosofía debe existir, aunque no fuera más que porque la mala filosofía necesita ser respondida. El frío intelecto debe trabajar no solo contra el frío intelecto del otro lado, sino contra los confusos misticismos de los paganos que niegan el intelecto por completo. Pero, posiblemente, lo que necesitamos por encima de todo es conocimiento íntimo del pasado».

La Biblia está llena de una enorme cantidad de nutrición saludable. Para aprovecharla tendremos que cambiar nuestra dieta y pasar el tiempo suficiente en la preparación. Le animo a asumir un nuevo papel como su propio chef nutricionista. ¡Es tiempo de meterse a la cocina y comenzar a preparar suculentos manjares espirituales! Comience con quince minutos por la mañana o por la tarde y permita que su tiempo de estudio aumente con progresivamente. El siguiente artículo le ayudará a saber cómo empezar. Solo asegúrese de tener buenos recursos de estudio, como comentarios y diccionarios bíblicos y una Biblia de estudio personal.

Al preparar y servir el banquete de la verdad de la verdad de Dios, usted va encaminado a ayudar a otros a nutrirse espiritualmente y crecer fuertes y saludables en su fe cristiana.

Adaptado de Charles R. Swindoll, Aliméntese de las Escrituras: Encuentre la nutrición que su alma necesita (Carol Stream, IL: Tyndale House, 2017), 42, 43, 47, 64-75.