Dios nos ha llamado a ser luz y sal en una sociedad oscura y sin sabor, será necesario que nos comprometamos a la tarea que se nos presenta.
Mateo
«¿Hay alguien quien me pueda detener, por favor?», Segunda parte
Lo que comienza como auto mejoría se convierte en auto esclavitud . . . lo que comienza como un simple y suave cambio de ritmo conduce a una maratón de fanatismo.
Sanando, Primera parte
Si el pecado original nunca hubiera estado presente en el jardín del Edén , la humanidad nunca hubiera conocido la enfermedad o la muerte. En el sentido más amplio de la palabra, toda enfermedad y todo sufrimiento hoy son el resultado del pecado original.
Las riberas del Lago Contentamiento, Primera parte
Pero hay un mensaje subliminal que hace detonación en lo profundo de nuestras cabezas —de forma silenciosa si bien con fuerza. Como esquirlas, pensamientos son insertados en la mente, comunicando un mensaje que daña si no somos cuidadosos. ¿Y cuál es el mensaje?
Más allá de hoy
¡Cuánto mejor es invitar al Señor, quien está vivo y conoce todas las cosas, que le muestre la manera de hacer que los años venideros sean mucho mejores que los que vinieron antes! Que le permita ser mejor, como también mayor.
Viñetas por la Tumba
Solo aquellos que conocen el peso de un dolor devastador y repentino pueden comprender lo que María sentía al estar en la tumba de Jesús esa mañana. Nada podría haberla mantenido lejos de ese último deber de amor.
El lugar de la calavera
La tradición cristiana más antigua y sólida ubica el lugar de la crucifixión, el entierro y la resurrección de Jesús en un sitio en Jerusalén que hoy no nos da ni la más leve indicación de lo que fue su apariencia original. El nombre en arameo de esta formación rocosa, Gólgota (calvaria en latín), refleja muerte en su traducción: «lugar de la calavera».
Donde el Dolor Guía
Al igual que estos dos discípulos, cuando nos enfrentamos a la realidad de nuestros corazones carnales, nuestra culpabilidad nos lleva a una de dos direcciones.
La Iglesia, Primera parte
Cuando usted mastica ese pensamiento por un tiempo suficiente, usted comienza a darse cuenta de que la iglesia es el yunque impermeable, y todas estas cosas calientes, sin importar cuán impresionantes y ruidosos e intimidantes sean, al final se enfriarán y serán reemplazadas.
¿Quién es el delincuente?
«Esta generación joven. . . ¿en qué acabará esto?»
¿Pero podemos estar seguros de que la culpa es solo de ellos?
¿Seremos menos culpables los que ponemos en su camino
tantas cosas que los hacen desviar?