Juan 1:46

—¡Nazaret! —exclamó Natanael—. ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?

—Ven y compruébalo tú mismo —le respondió Felipe. Juan 1:46

Afirmar que José y María vivían en un pueblo pequeño sería una descripción insuficiente. En aquel entonces Nazaret era una población de no más de trescientas personas. En otras palabras, si tuviésemos que ilustrarlo, podríamos compararlo con uno de esos pueblos pequeños en la carretera donde uno se detiene a comer y a ponerle gasolina al automóvil. Nazaret se sitúa en una colina justo al norte de una de las rutas comerciales más transitadas de Medio Oriente, por donde pasaban caravanas de carretas crujiendo sin cesar. Un puesto militar también acampó en cercanías a esta población. Por esa razón, Nazaret absorbió los hábitos inmorales y la vida profana de estos viajeros. Cuando la gente escuchaba la palabra Nazaret, usualmente se refería a algo malo. No es de extrañarse que Natanaél, al oír por primera vez sobre Jesús dijera: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret?

Sin embargo, Nazaret tenía un secreto poco conocido que encajaba perfectamente en el plan de Dios. De acuerdo a Ronald Allen, un maestro de la Biblia, alrededor del año 100 a.C. un clan de judíos que recientemente habían regresado de Babilonia se había asentado en esa colina y le habían dado como nombre a la ciudad su apellido, Natsara. Estos eran los natsoreanos, una familia judía los cuales se vincularon a sí mismos a la profecía de Isaías, afirmando ser descendientes de David. La gente del pueblo creía que el Mesías, el Vástago, nacería de su familia. Para otros judíos, en ciudades de más grandes y de mayor cultura, la prepotencia de los natsoreanos les parecería ridícula.

Citando a Isaías, Mateo dice de Jesús: «Él será llamado Nazareno». Más bien estaba diciendo que Jesús sería llamado el «Natsareno». La diferencia está en una letra. Los escritores del Nuevo Testamento utilizaron la letra griega «zeta» para traducir la letra hebrea que forma el sonido «ts». Un Natsareno, «El Vástago» del que habla Isaías 11:1:

Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto. (LBLA)

Esta gran profecía y promesa es contestada en Jesús, el vástago de Isaí, de la línea de David. Jesús sería  «Vástago-hombre» de «Vástago-pueblo», un secreto guardado en la transliteración de una letra.

Un pueblo obscuro y con mala reputación, Nazaret fue el lugar escogido por Dios para cumplir Su promesa. Esto hace que nos preguntemos, cuando Gabriel fue enviado del cielo para que le dijera a una adolescente acerca de la misión más grande de todos los tiempos, cree usted que Gabriel hizo una pausa y pensó «¿En serio? ¿Nazaret?».

La revelación de los misterios de Dios a veces nos hace sacudir la cabeza momentáneamente y luego nos dibuja una sonrisa en nuestro rostro.

Ver Isaías 11:1; Mateo 2:23 y Juan 1:46

 

La revelación de los misterios de Dios a veces nos hace sacudir la cabeza momentáneamente y luego nos dibuja una sonrisa en nuestro rostro.

Charles R. Swindoll Tweet esto