Isaías 9:1-7; 60:19
Bienvenido a «Luz Perpetua», un devocional que cambiará la forma en que vives este Adviento.
Déjame hacerte una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que realmente esperaste algo con todo tu corazón?
Vivimos en la era del «ahora mismo». Comida al instante. Respuestas inmediatas. Entregas en 24 horas. Hemos perdido algo precioso en el proceso: el arte sagrado de la espera llena de esperanza. Pero aquí está la belleza del Adviento: esta temporada no es una simple cuenta regresiva hasta el momento de desenvolver regalos bajo un árbol. No. Es un peregrinaje del alma, un viaje desde la antigua promesa de un Mesías hasta el fulgor glorioso de Su presencia contigo, aquí, ahora.
Escucha estas palabras que el profeta Isaías pronunció hace más de 2,700 años:
«El pueblo que camina en oscuridad verá una gran luz. Para aquellos que viven en una tierra de densa oscuridad, brillará una luz» (Isaías 9:2, NTV).
Amigos, amigas: estas no son palabras vacías musitadas en la brisa de un optimismo ingenuo. Esta es una promesa inquebrantable del Dios del universo. Es Su declaración de guerra contra la oscuridad. Y la victoria ya está asegurada porque nuestra Luz —Jesucristo mismo— ha invadido nuestras tinieblas.
Durante las próximas cinco semanas, encenderemos progresivamente las velas de la corona de Adviento. Cada llama contará una historia: Esperanza… Paz… Gozo… Amor… Y finalmente, la llegada de Cristo, la Luz del mundo. Cada vela será un testigo silencioso de esta verdad: la oscuridad nunca, jamás, tiene la última palabra.
Así que te invito… no, te ruego: aparta este tiempo sagrado cada semana. Prepara tu corazón para recibir al Salvador que vino como un bebé vulnerable en un pesebre, que vive hoy como Rey conquistador sentado a la diestra del Padre, y que volverá en gloria como Juez justo para hacer nuevas todas las cosas.
Que estos momentos de reflexión te acerquen más al corazón del Padre. Que enciendan en ti y en tu familia un anhelo profundo por el regreso glorioso de Jesucristo.
Porque aquí está la verdad que transformará tu Adviento:
No esperamos en la oscuridad por una luz futura. Cristo YA está aquí. Y la mejor manera de esperar Su regreso glorioso es dejar que Su luz ilumine cada rincón de tu presente.
Reflexión: Cristo no es una esperanza futura, sino una presencia presente que transforma tu hoy

