Salmos 127, 128

Las canciones de Salomón sobre un hogar sólido, los salmos 127 y 128, ahora se enfocan en el liderazgo. Después de considerar el valor de los hijos, Salomón examina la función del liderazgo en el hogar.

La dirección del hogar

Bienaventurado todo aquel que teme al Señor y anda en sus caminos: Cuando comas del trabajo de tus manos serás feliz y te irá bien. Tu mujer será como una vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos serán como brotes de olivo alrededor de tu mesa (Salmo 128:1-3).

En el Salmo 127, las flechas se encuentran en nuestras manos y necesitan dirección. El compositor continúa sus pensamientos con respecto a la familia en el Salmo 128 y dice que «todo aquel que teme al Señor» será bendecido o feliz. Aquí el contexto es la familia y específicamente los hijos que Dios da. Los versículos 1 y 2 del Salmo 128 muestra la progresión cuando vemos cómo es que se debe dirigir cuidadosamente cada flecha: 1) en el temor al Señor y 2) andando en sus caminos. Una vez más vemos que la felicidad continua sigue siendo la atmósfera que rodea el lugar («bienaventurado»).

Los padres que eduquen a sus hijos según los principios bíblicos tienen la esperanza de ser bienaventurados. De hecho, el versículo 2 dice que esa inversión le permitirá «comer del trabajo de sus manos» y «le irá bien». Otra vez la ilustración presenta unas manos (al igual que en el Salmo 127:4). Las manos de los padres disfrutan el producto de su trabajo al «comer» del jardín que han cultivado. Cuando los hijos comprenden la importancia de la sumisión, de la obediencia y la comprensión, los dividendos empiezan a recibirse.

El versículo 3 presenta una imagen grata. El padre ve la mesa. Ve a su esposa («una vid que lleva fruto») y ve a sus hijos («brotes de olivo»). Note que a los hijos no se les llama «ramas» sino más bien plantas. Esto parece enfatizar la idea de que cada descendiente es un individuo independiente, singular y que en años futuros reproducirá su propia simiente. Otra diferencia es que la madre está representada como una vid, mientras que los hijos están representados como plantas de olivo. Es una distinción interesante y buena.

Nosotros, como padres, cometeríamos un error al creer que nuestros hijos son como son. El padre atlético, por ejemplo, tiene la tendencia de desear que esa misma cualidad surja en su hijo, al grado de obligarlo. Lo mismo puede pasarle a una madre artista. Ella insiste persistentemente que su hija tenga ese mismo talento aun cuando frecuentemente ese no es el interés de la hija. ¿Por qué? Le respondo utilizando los símbolos del compositor. Somos viñas, pero nuestros hijos son plantas de olivo. Sin embargo, a pesar del talento o la falta del talento de un hijo, la capacitación que le damos debe ser una instrucción espiritual (el temor al Señor). Cada hijo debe ser dirigido a la fe en el Señor Jesucristo y dedicarle una gran cantidad de tiempo a instruirlo en los principios de la Escritura.

Afirmando el alma: ¿Qué está haciendo usted para proveer la capacitación y la guía espiritual de sus hijos? La capacitación comienza con el liderazgo; ¿sus hijos saben que usted estudia las Escrituras? ¿Cómo puede usted establecer y mantener una cultura centrada en la Biblia en su hogar sin que eso se vuelva algo trillado o superficial?

Los padres que eduquen a sus hijos según los principios bíblicos tienen la esperanza de ser bienaventurados.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.