Mateo 2:1-12
¿Cuál es la diferencia entre estar feliz y tener gozo?
La felicidad es lo que sientes cuando todo sale como lo planeaste. El gozo es lo que permanece cuando todo se desmorona. La felicidad depende de las circunstancias. El gozo trasciende las circunstancias. La felicidad es frágil. El gozo es inquebrantable. Y hoy… hoy vamos a descubrir el secreto del gozo que nada ni nadie puede arrebatar.
[Pausa. Encender la tercera vela]
Hoy encendemos la tercera vela del Adviento: la vela del gozo. Pero no estamos hablando de esa alegría superficial que se evapora con el primer problema. Hablamos del gozo profundo, radical, transformador que cambia todo lo que toca.
Y para entender este gozo, necesito presentarte a unos personajes fascinantes.
Imagina esto: Eres un mago. Un sabio del oriente. Pasas tus noches estudiando las estrellas, descifrando los misterios del cosmos. Tienes riqueza. Tienes prestigio. Tienes todo lo que el mundo dice que necesitas para ser feliz. Pero hay algo en tu corazón que nada de eso puede llenar. Un vacío. Una inquietud. Una búsqueda de algo… más. Y entonces, una noche, ves algo que cambia todo. Una estrella. Pero no es cualquier estrella. Esta estrella te habla. Te llama. Te habla al oído acerca de un Rey que ha nacido. Y tomas la decisión más radical de tu vida: sales a buscarlo.
Estos hombres —científicos, eruditos, personas de considerable influencia— abandonaron la comodidad de sus palacios para emprender un viaje de miles de kilómetros. Cruzaron desiertos donde el sol te quema de día y el frío te congela de noche. Arriesgaron sus vidas. Invirtieron meses de viaje. ¿Por qué? Por una estrella y una convicción que no podían ignorar.
El gozo verdadero nunca se encuentra en la zona de comodidad. Se encuentra en el territorio inexplorado de la fe arriesgada. Y después de todo ese camino… después de toda esa búsqueda… la estrella se detiene. Escucha lo que dice Mateo 2:10: «Cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría!» (NTV)
Pero esa traducción ni siquiera capta la intensidad del momento. El griego original dice que experimentaron «gozo excesivamente grande». Gozo desbordante… Gozo que no cabe en el pecho… Gozo que explota como fuegos artificiales en el alma.
¿Por qué tanto gozo por una estrella?
Porque no era solo una estrella. Era la confirmación de que Dios mismo los estaba guiando. Era la promesa cumplida de que su búsqueda no había sido en vano. Era el GPS divino diciéndoles: «Sigan. Ya casi llegan. El Rey que buscan está justo aquí».
Y entonces… lo encuentran. No en un palacio resplandeciente. En una casa humilde. No rodeado de guardias reales. Rodeado del olor de la vida ordinaria. El Rey del Universo en los brazos de una joven campesina. Y algo extraordinario sucede. Mateo 2:11 dice que «entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se postraron y lo adoraron» (NTV). Mira la secuencia: Buscaron… Encontraron… Adoraron… y Entregaron. —Este es el camino del gozo auténtico. Estos sabios del oriente nos enseñan algo que nuestra cultura desesperadamente necesita entender: el gozo verdadero no es un accidente que te sucede. Es un tesoro que persigues. Y cuando lo encuentras, no es un «qué» …sino un «Quién».
Isaías profetizó esto siglos antes cuando escribió: «Levántate, Jerusalén; ¡que tu luz ha llegado! La gloria del SEÑOR resplandece sobre ti» (Isaías 60:1, NTV). Las naciones vendrían a esa luz. Y aquí están, estos magos gentiles, cumpliendo esa profecía, encontrando en Jesús la Luz prometida.
¿Y tú, mi amigo, qué estás buscando? ¿Dónde está tu estrella guiando tu corazón en este momento? ¿Buscas gozo en una cuenta bancaria? Te decepcionará… ¿En una relación? Te fallará… ¿En logros profesionales? Te dejarán vacío… ¿En «likes» y seguidores en las redes sociales? Te consumirán.
Pero si sigues la luz que Dios provee —si buscas a Cristo con la misma determinación que esos magos— encontrarás algo que este mundo no puede darte ni quitarte. Porque aquí está el secreto que transforma todo: El gozo cristiano no depende de que tus circunstancias sean favorables. El gozo cristiano brota de la presencia del Salvador en medio de cualquier circunstancia. Los magos encontraron gozo no porque el viaje fue fácil, sino porque al final del viaje encontraron a Jesús.
El gozo verdadero no es una emoción que experimentas cuando todo sale bien. Es una Persona que encuentras y que permanece contigo cuando todo sale mal. Y esa Persona, querido amigo… nunca te dejará.
Reflexión: El gozo no es un destino al que llegas, sino una Persona con quien caminas.

