Un día común y corriente

Dios actúa simplemente irrumpiendo en un día común y corriente de nuestra vida para decirnos lo que él quiere comunicarnos. Es así de sencillo. Hay algo que hacer, y usted es la persona que va a hacerlo. ¡Por lo tanto, póngase a hacerlo ya!

Una especialidad en «malestar»

Jesús atravesó primero el desierto. Sintió su calor. Soportó su soledad. Aceptó su anonimato. Se enfrentó a Satanás mientras rugían los vientos del desierto. Y usted puede tener la seguridad de que él nunca, nunca olvidará o abandonará a quien lo sigue a través de ese desierto.

Una especialidad en el anonimato

La cruda verdad es esta: Si usted no aprende a vivir tranquilamente en el anonimato, tendrá que repetir el curso hasta que lo aprenda. Usted no podrá graduarse si no aprueba este curso.

A pesar de todo

Nuestro problema no es que hayamos fracasado. Nuestro problema es que no hemos fracasado lo suficiente. No hemos sido todavía humillados lo suficiente para que podamos aprender lo que Dios quiere que aprendamos. Todavía estamos tratando de librar a Egipto con nuestras propias fuerzas.

Moisés: Un Hombre de Dediación Total

por Charles R. Swindoll3 de septiembre, 2019

Si deseamos tener la clase de fe expresada por Moisés, la clase de fe que nos permita dejar a un lado la seguridad de este mundo a cambio de la seguridad que Dios desea para nosotros, tenemos que desarrollar una confianza profunda y tranquila en Él, quien «hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan» (Efesios 1:11, NTV).

Una vida en la oscuridad

¿Está dispuesto a vivir en la oscuridad? Dios usará los fracasos de su vida para destruir ese fuerte deseo que tiene en su corazón de ver su nombre iluminado.

Entrega abnegada

Si usted no puede hacer todo el bien que quisiera, haga entonces el bien que sí puede. Es posible que usted tenga planes importantes para su vida, grandes planes que todavía no se han cumplido.

Una salvación reducida

Si no aprendemos cómo sacar lecciones de los tiempos de fracaso y pérdida, nos mantendremos repitiendo los mismos fracasos, hundiéndonos en un hueco más profundo, en vez de seguir avanzando a medida que crecemos.

¡Siéntese!

Usted ya ha corrido bastante. Se ha apresurado lo suficiente. Ha luchado, exigido y manipulado durante muchos años y Dios finalmente ha captado su atención. Él le está diciendo: «¡Deja de luchar! ¡Detente! ¡Deja que yo lo haga!

Calor, pero nada de luz

Usted lo tiene todo listo para hacer algo grande para Dios. Ha fijado las metas. Ha invertido tiempo y dinero. Lo ha compartido con mucha gente. Pero por más doloroso que nos resulte reconocerlo, las metas que no han sido empapadas con la oración ni presentadas primero al Señor con humildad, resultan totalmente inútiles. No llegan a ninguna parte, no logran nada.