Nos preocupamos por la muerte: la nuestra o la de algún ser querido. Nos preocupamos por la desobediencia y el pecado, y por los sentimientos de culpa. Nos preocupamos por los problemas diarios: personas problemáticas, problemas de decisión, problemas relativos al trabajo, al lugar, a las relaciones personales, a las finanzas, a los estudios . . . lo que sea que se le ocurra, nos preocupamos por eso.
Lucas
El día intermedio
Aunque ellos habían andado en las pisadas de Jesús por años, no habían oído Sus palabras. Incluso ante el hecho de estar en el aposento alto con Jesús y comer del cordero pascual no les había abierto los ojos. Se necesitó la cruz.
Misión cumplida
La oscuridad cubrió a Jerusalén durante las tres horas finales de la vida de Jesús. Los Evangelios no anotan absolutamente nada que se haya dicho durante ese tiempo; sino hasta el mismo fin. La oscuridad reflejaba la inimaginable agonía espiritual que Jesús atravesaba.
La Pascua máxima
Imagínese las preguntas que se agolpaban en la mente de los discípulos: ¿En realidad va a morir? ¿Cuándo? ¿Qué nos va a suceder a nosotros? ¿Vamos nosotros también a morir? ¿Qué del reino que prometió? ¿No han servido de nada todos estos años?
¿Qué buscan?
Solo Jesús entendía los sucesos que tendrían lugar este fin de semana, esperados desde antes de la fundación del mundo, profetizados por videntes y profetas. A pesar de las miles de oportunidades para escapar de Jerusalén, Jesús afirmó Su corazón en lo que se lograría allí en los días venideros.
El sendero a la obediencia
Los discípulos no entendían nada de esto.
El plan simplemente no estaba desenvolviéndose como ellos habían esperado. Oyeron Sus palabras, conocían al Verbo, pero simplemente no podían unirlo todo. Sabían quién era Él. Su búsqueda había terminado. Habían hallado a Aquél. Pero ahora Sus palabras no tenían sentido.
Una semana de vida
Jesús vivió Su semana final bajo el aplastante peso de que Su hora había llegado. Su largamente profetizado sacrificio era inminente, así que estos minutos finales eran preciosos y pocos.
Descontento para siempre
La codicia es diferente. La codicia está para siempre descontenta y por consiguiente insaciable está con antojos, anhelando, queriendo, procurando más, más, más.
Una perspectiva apropiada
¿Puede pensar en algo que ha echado raíces en su corazón? ¡Suéltelo! ¡Entrégueselo al Señor! Sí, puede ser doloroso . . . ¡pero cuán esencial!
Su Evangelio es paz
A pesar de la difícil situación verbal en la que se encontraba, el corazón de Zacarías estaba lleno de entusiasmo. Finalmente, después de más de cuatro siglos, Dios había roto Su silencio. Dios le había hablado a Su pueblo. Solo que el mensaje le llegó a Zacarías, el cual salió del templo sin la habilidad de poder hablar por sí mismo.