La segunda venida: ¿qué esperamos? El mayor cataclismo de la historia mundial. Los profetas hablan de las malas noticias del retorno de Dios a la tierra en la persona de Jesús con una frase que se menciona varias veces en este libro. La frase hebrea se traduce: “el día del Señor” o “el día de Jehová.” Los profetas tropezaban entre sí tratando de hallar lenguaje adecuado para describir el horror de ese día.

Busque hacia el final del Antiguo Testamento el breve libro de Sofonías. Sofonías, junto a Joel y muchos otros profetas de Dios menciona una frase que es de horror absoluto. Se trata del gran día del Señor.

Sofonías, en 1:14-16 escribe que el gran día del Señor está cerca y se apresura. El ruido del día de Jehová es amargo. Hombres poderosos gritan. Es un día de ira, un día de aflicción y angustia, devastación y desolación, oscuridad y lobreguez, nubes y oscuridad espesa. Veo todo esos pares de palabras, y veo a un hombre rebuscando en un diccionario, si hubiera uno disponible, tratando de hallar términos adecuados para describir la calamidad del día del retorno de Cristo a la tierra, porque cuando Él vuelva será el peor juicio en la historia del mundo.

¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo puede ser eso si Génesis 6 al 9 describe la muerte de todo ser viviente mediante el gran diluvio? ¿Cómo puede ser eso, dado el sufrimiento que hemos sufrido incluso en nuestra propia vida, como las calamitosas inundaciones en lugares como Honduras, huracanes, tsunamis, horribles terremotos, ciclones, y todos los llamados actos de la naturaleza? ¿Cómo puede ser algo peor que todas esas cosas?

Pienso que lo que hace la segunda venida peor en juicio es que todas esas cosas Dios las hizo con mediación, es decir, mediante la creación, la naturaleza en caos, la naturaleza trastornada. Pero en la segunda venida realizará el juicio, no por agua, ni por diluvio, ni por fuego, ni por tempestades, sino con su propia mano. ¿Oyó usted eso?

Conocemos bien el relato de las diez plagas. ¿Conocemos bien el fraseo de Éxodo 11? Busque el pasaje donde se anuncia la décima plaga. La última plaga que Dios usó para liberar a Israel de Egipto es la más horrenda de la lista. Hubo otras que fueron horrorosas, el Nilo convertido en sangre, la oscuridad de un eclipse que duró por días y fue específico sobre los egipcios y no sobre el pueblo de Israel. Vaya que fue un eclipse. Enfermedades del ganado, úlceras, piojos, moscas, cosas horrorosas, pero ninguna de las plagas es como la décima. Porque en la décima plaga se nos dice que desde la casa del faraón, hasta la del más humilde campesino de la tierra, e incluso extendiéndose a los establos, el primogénito de Egipto morirá. No morirán, sin embargo, como dicen algunas lecciones de escuela dominical por el “ángel de la muerte,” sino por la mano de Dios.

Busque Éxodo 11:1: “Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto.” Dice: “Yo voy a hacer esto.” Versículo 4: “Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto.” ¿Ve usted lo que hemos hecho? Hemos ablandado esto porque es casi intolerable. Es algo que casi ni podemos aguantar. ¿Dios? No, nos gusta que lo haga un ángel. ¿Dios? No, nos gustaría que lo hiciera algún demonio. ¿Dios? No, nos gustaría que lo hiciera alguna tempestad o enfermedad, pero Dios dice: “Yo voy a hacer esto.” Y lo hizo.

Pase al capítulo 12 y vea el sumario en el versículo 29: “Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito.” No un ángel, ni un serafín, ni un mensajero, sino el Señor.

Yo celebro Servicios de Pascua de Resurrección. Los rabinos algunas veces hacen bien las cosas, y esta es una de ellas. En el servicio de la Pascua, la liturgia para ese maravilloso culto de alabanza a Dios por la liberación de Egipto, hay una homilía sobre estas palabras del capítulo 11, en donde Dios dice: “Yo saldré por en medio de Egipto.” Escuchen lo que dice: “El Señor, Jehová, nos sacó de Egipto, no por medio de un ángel, ni por medio de un serafín, ni por medio de un mensajero, sino el Santísimo. Bendito sea Él en su gloria. Como dice: ‘Yo pasaré por la tierra de Egipto esta noche, y heriré al primogénito de la tierra de Egipto, tanto de hombre como de bestia, y sobre todos los dioses de Egipto yo ejecutaré mi juicio.’ Yo, Jehová, pasaré por la tierra de Egipto, y yo, yo mismo, y no un ángel. Heriré a todo primogénito, yo, yo mismo y no un serafín. Y sobre todos los dioses de Egipto ejecutaré mi juicio, y yo, yo mismo, y no un mensajero. Yo, Jehová, yo soy, y no hay otro.” Y así fue. Cuando el acto final de liberación se hizo, fue Dios quien lo hizo. Y eso fue lo que sacó de Egipto a su pueblo. Y cuando ellos llegaron a la masa de agua, y el ejército estaba detrás de ellos, y el Mar de Cañas, o Mar Rojo estaba por delante, fue Dios de nuevo quien actuó en su propia persona, no por un ángel, ni un serafín, ni un mensajero, sino en su propia gloria.

Pase a Éxodo 15. Este salmo, el primero en la Biblia, es la celebración de la liberación de Israel, de Egipto, y los judíos la celebran todos los años por todo el mundo. Los judíos que siguen su propia jagadá saben esto mejor que los cristianos, porque lo repiten todos los años. Cuando Dios sacó de Egipto a Israel, no sólo fue Él, y sólo Él, el que mató a los primogénitos, sino que fue Él, y sólo Él, quien luchó contra sus enemigos y los destruyó. Y cuando entonaron este canto, el versículo 3 dice: “Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.” Jehová es un hombre de guerra. Jehová es su nombre. Y en esas palabras estamos celebrando el hecho de que fue Dios, y sólo Dios, el que los libró. Adonai ish milcjamaj, Adonai shemó. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.

Eso es lo que hemos pintado en cuanto al dulce Rey Jesús en Apocalipsis 19. Jesús, cuando venga, es un hombre de guerra. Mire las palabras del versículo 11: “Con justicia juzga y pelea.” Miré las palabras del versículo 15: “De su boca sale una espada aguda.” El punto es que Él es el que lucha directa y personalmente.

La segunda venida de Jesús: ¿qué esperamos? La mayor calamidad de toda la historia humana.
La gente del mundo no entiende esto. Usan la palabra Armagedón, que es nuestra palabra, una palabra bíblica. Pero usan Armagedón para describir un holocausto nuclear, nación contra nación. Cuando existía la Unión Soviética había tal amenaza del fin del mundo, pensábamos, con una nación lanzando proyectiles contra otra y pensábamos que eso era Armagedón; pero no lo es. Eso será horroroso, será una guerra mundial, pero no Armagedón. Armagedón consiste en las naciones reunidas al fin del período de la tribulación para oponerse a que Dios Padre ponga a su Hijo Jesucristo en el trono de David en Jerusalén. De eso es de lo que habla el Salmo 2. De eso es de lo que habla el Salmo 110.

En el Salmo 2 las naciones se reúnen contra el Señor, y contra su Mesías, su Ungido. El que está en el cielo se ríe de ellos como diciendo: “Yo pongo a mi Rey en mi monte santo, Sión.” ¿Piensa usted que las naciones pueden resistir el poder de Dios? Por eso hay el mayor cataclismo de toda la historia. Lo que lo hace peor es que no es agua, ni fuego, ni enfermedad, sino que es el Señor mismo que viene a juzgar.