El proceso de interpretación bíblica es como emprender un viaje al pasado —al mundo de la Biblia. El recorrido comienza con una lectura cuidadosa del texto para tratar de comprender el significado y la aplicación de la Palabra de Dios en el contexto de los receptores originales. Al hacer esto, debemos tener en cuenta que hay varias diferencias entre los receptores bíblicos y nosotros, como son la cultura, la geografía, el lenguaje, la situación y una enorme extensión de tiempo. Estas diferencias forman un río que nos separa del significado original del texto y que muchas veces nos impide comprender el significado y la aplicación del texto en la actualidad.

Además, este río se ensancha con otra barrera para la interpretación que separa a los receptores originales del Antiguo Testamento de los lectores cristianos, tanto del Nuevo Testamento como de nuestro tiempo. Esa barrera es un cambio de pacto. Como creyentes, tenemos varias cosas en común con los lectores cristianos del Nuevo Testamento, pues nosotros también estamos viviendo bajo el Nuevo Pacto, y nos acercamos a Dios mediante los méritos de Cristo y Su sacrificio en la cruz. Sin embargo, el pueblo del Antiguo Testamento estaba bajo el Antiguo Pacto —y ellos se acercaban a Dios mediante los méritos de la ley mosaica y sus tradiciones. Entonces, podemos darnos cuenta de que el río que separa el significado del texto en el mundo del Antiguo y Nuevo Testamento y nuestro mundo actual, no consiste solo de cuestiones culturales, geográficas, situacionales, de idioma y tiempo, sino también de asuntos teológicos relativos a los pactos.

Por ejemplo, al leer Levítico 19:19 donde se prohíbe el uso de prendas confeccionadas con dos tipos de material, ¿acaso significa esto que los cristianos obedientes deban utilizar solo ropa elaborada completamente con algodón? En Jueces 6:37 Gedeón utiliza un vellón de lana para confirmar lo que Dios le había dicho; ¿significa esto que también nosotros debamos utilizar un vellón de lana al buscar la guía de Dios?

De igual manera, algunos pasajes del Nuevo Testamento no siempre resultan tan claros. Por ejemplo, en Mateo 14:29 Pedro camina sobre las aguas, ¿acaso significa esto que también nosotros debemos intentar hacer lo mismo en obediencia a Cristo? Si nos es así, ¿qué significa entonces este episodio y cómo podemos aplicarlo hoy a nuestras vidas? Aunque no podamos caminar sobre las aguas, ¿cómo podemos entonces cruzar el río que nos separa de los receptores originales de las Escrituras?

En lugar de intentar lanzarnos a cruzar este vasto rio a ciegas, intentando hacerlo de un solo salto, o de bordearlo o de quedarnos mirando solamente hacia el otro lado, sin intentar atravesarlo, podemos cruzar el rio con seguridad a través del puente que nos proporcionan los principios teológicos. La construcción de este puente de los principios es uno de los pasos críticos en el recorrido interpretativo de las Escrituras.

En resumen, este recorrido comienza con una cuidadosa lectura del texto bíblico, procurando entender el significado del pasaje tal como lo captaron los receptores originales. De allí, es necesario determinar el principio teológico que nos conduzca a la verdad universal (una verdad que fue verdadera en aquel tiempo y sigue siendo verdad en nuestro tiempo). Con ese principio que muestra la verdad universal, podemos llegar a la meta de entender el significado del texto en nuestro contexto, y de esta manera aplicarlo a nuestra vida.

Es aquí donde seguir la receta de cuatro pasos del estudio metódico de la Biblia resulta muy útil para interpretar adecuadamente un pasaje de las Escrituras con precisión. El primer paso es observar lo que dice el texto de las Escrituras, prestando atención a los detalles de lugares, personas y situaciones involucradas. Después se procede a interpretar el significado de lo observado para los receptores originales del pasaje. Luego aprenderemos el valor de comparar o correlacionar los principios teológicos con otros pasajes de las Escrituras, para asegurar que la interpretación sea la misma. Y, por último, se busca la manera de aplicar la sabiduría de las Escrituras a nuestro contexto actual. Estos cuatro pasos que contiene nuestra receta interpretativa son: observación, interpretación, correlación y aplicación. Le sugiero que aprenda de memoria estos pasos.

Como en toda receta para la preparación de un platillo, cada paso se va construyendo el uno después del otro, por ello la importancia de aprender a utilizarlos en el orden predeterminado. No hay nada peor que saltarse un paso importante de la receta y hacer que el platillo termine siendo un fracaso, ¿cierto?

La Biblia no fue dada solo para satisfacer la simple curiosidad. La Biblia no fue escrita para que predicadores tuvieran algo que decir los domingos. La Biblia ha sido preservada para transformar la vida de personas como usted y como yo. ¡Nunca se olvide de eso! Le recomiendo utilizar este cuadro de resumen como guía para el estudio de la Biblia siguiendo el método que se explica en el libro escrito por el pastor Charles R. Swindoll, Aliméntese de las Escrituras: Encuentre la nutrición que su alma necesita.

Después de analizar este cuadro de resumen, usted estará listo para comenzar a estudiar la Biblia. Al preparar su propio estudio bíblico, es recomendable utilizar los cuatro pasos de esta receta: observación, interpretación, correlación y aplicación, en el orden sucesivo para identificar las diferencias entre nosotros y los recipientes originales del tiempo bíblico. Estas diferencias son las que muchas veces nos impiden comprender el significado y la aplicación del texto en nuestro contexto. En los próximos artículos, analizaremos cada uno de estos pasos de la receta para interpretar las Escrituras adecuadamente.

Adaptado de Charles R. Swindoll, Aliméntese de las Escrituras: Encuentre la nutrición que su alma necesita (Carol Stream, IL: Tyndale House, 2017).