Un amigo verdadero

Cuando usted tiene un amigo tan entrañable, tan unido a su alma, no tiene que explicarle por qué usted hace lo que hace. Simplemente lo hace, y su amigo lo entiende.

Los que moran en las cuevas

Hoy lo conocemos con otro nombre: Jesús. Él sigue siendo accesible, incluso para los que moran en cuevas y para los solitarios necesitados de que alguien se interese por ellos.

Nunca solo

Pero Dios dice: «No, no lo hagas. Tú estás ahora en una cueva, pero eso no significa que es el fin . Esto significa que es el momento de dar un nuevo rumbo a la vida. ¡Ahora es el momento de comenzar de nuevo!»

Andar en victoria

Ser positivo y prudente es la mejor respuesta a un enemigo. Cuando usted vea que se acerca su enemigo, no se arremangue la camisa mentalmente, pensando en qué golpe deberá lanzarle. Recuerde la manera como David manejó a Saúl. David siguió prosperando y siguió comportándose sabiamente.

Un espíritu dispuesto a aprender

La persona sakal es aquella que está dispuesta a aprender. Una vez más, esa clase de hombre que era David. Era prudente porque guardaba sus labios, y porque mantenía un espíritu dispuesto a aprender. No importa cuán rápida sea nuestra promoción o cuán alta pueda ser nuestra exaltación, nunca debemos perder la capacidad de aprender.

Alma gemela

Después de todo, Jonatán por ser hijo de Saúl, podía haber sido el heredero indiscutible. Podía haber deseado la alabanza del pueblo, pero allí estaba ese muchacho de las colinas de Belén, recibiéndolo todo. Sin embargo, Jonatán salió en defensa de su amigo David en contra de su propio padre, que estaba dispuesto a quitarle la vida. Esto es lo que pudiéramos llamar teología esencial. Esto es poner la fe en acción. Jonatán salió en defensa de David porque era su amigo.

«Confía en mí»

El Señor ve nuestra necesidad de confiar en Él, y su amor es tan grande que no nos dejará vivir un día más sin que le rindamos nuestros brazos, y le entreguemos nuestros temores, nuestras preocupaciones y nuestra confusión, para que nada se vuelva tan importante para nosotros como nuestro Padre celestial.

«¡La batalla es mía!»

El temor. Esa es nuestra gran batalla cuando nos enfrentamos a los gigantes. Cuando estos nos infunden temor, se nos traba la lengua. Nuestros pensamientos se vuelven confusos. Olvidamos cómo orar. Nos concentramos en las circunstancias que están en contra nuestra. Olvidamos a quién representamos, y las rodillas nos tiemblan.

Técnicas especiales

Muy a menudo, cuando nos enfrentamos a nuestros propios gigantes, olvidamos lo que deberíamos recordar, y recordamos lo que deberíamos olvidar. Recordamos nuestras derrotas, y olvidamos las victorias. La mayoría de nosotros podemos recitar los fracasos de nuestra vida con claros detalles, pero nos vemos en dificultades para nombrar las victoria especificas y extraordinarias que Dios llevó a cabo en nuestro pasado.

Dios contra nuestros gigantes

Así son los gigantes del temor y la preocupación, por ejemplo. No se presentan solo una vez; vienen mañana y tarde, y día tras día, para tratar de intimidar sin tregua. Se presentan en forma de una persona, de una presión o de una preocupación.