El tiempo de Dios

Usted y yo podemos consagrarnos tanto a hacer la voluntad de Dios, podemos estar tan motivados por un obcecado sentido de propósito, que podemos involuntariamente tomar las cosas en nuestras propias manos y dejar a Dios completamente fuera de escena.

Tenga fe y también un plan

La sensatez le dice que haga lo más que pueda, hasta donde se lo permitan sus fuerzas, y luego tenga la confianza en que Dios hará lo que usted no puede hacer, que logrará lo que usted no puede lograr. La fe y la planificación cuidadosa van de la mano. Siempre ha sido así.

Debemos obedecer a Dios

La sumisión a la autoridad civil tiene límites. Como dijo Pedro una vez al sanedrín judío: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres».

Valentía frente a los reyes

Gracias a Dios que estas valientes mujeres, como dice la Escritura más tarde de los padres de Moisés, «no temieron al mandamiento del rey» (Hebreos 11:23).

Dios lo sabe

Se me ocurre que, si uno se siente inclinado a actuar con ira e irracionalidad, sería prudente retroceder y preguntarse qué cosa nos produce temor.

La bisagra de la historia

El pequeño Moisés abrió sus ojos a un mundo muy diferente al nuestro. Aunque ni su madre ni su padre lo sabían, el nacimiento de este varoncito dio inicio a una serie de acontecimientos que cambiarían el curso de las naciones y que determinarían el destino de millones. Ese nacimiento le daría un viraje, como bisagra, a la historia. El mundo jamás volvería a ser completamente el mismo otra vez.

Dirigido por la gracia

José fue dirigido por la gracia. Habló con gracia. Perdonó por gracia. Olvidó por gracia. Amó por gracia. Recordó por gracia. Proveyó por gracia. A causa de la gracia, cuando sus hermanos se inclinaron delante de él, atemorizados, pudo decirles: «¡Levántense! ¡Dios lo encaminó todo para bien!».

Esos momentos finales

Quienes tienen una esperanza eterna, aunque se aflijan por la pérdida instantánea que producen la muerte y la dolorosa ausencia posterior, deben recordar y ser consolados por el conocimiento de que, cuando un creyente parte de este mundo, va al lugar de los santos.

Una influencia perdurable

Los hijos de José estuvieron con su abuelo cuando este se acercaba a esos momentos finales. Sintieron su mano en sus frentes, y escucharon sus tiernas y sabias palabras de bendición.

Promesa final

José prometió hacer lo que su padre le pidió, y también lo indicó colocando simbólicamente su mano debajo del muslo de Jacob. Era una posición común en este tiempo para hacer un juramento.