Hace dos mil años en un pequeño establo en Belén, el Hijo de Dios se convirtió en Emanuel, «Dios con nosotros». Dios hecho carne, quien vivió como nosotros, sufrió como nosotros y murió como nosotros, pero sin pecado. Y siendo Dios y hombre venció el poder de la muerte para darnos vida eterna.
Jesús
Luz Brillante, Luz sin Par
Ese deseo de ver al Rey les impulsó a venir. La estrella dirigió su camino. Un sentido de admiración les hizo arrodillarse y adorar al Niño. El viaje de los Magos del Oriente de Babilonia a Belén, dirigidos por la estrella se convierte en un increíble capítulo más de la venida de Dios en forma humana.
Salve la deidad encarnada
Dios Hijo se rebajó a Sí mismo. Se encarnó en un bebé. Murió una muerte humillante. Como resultado, Dios el Padre «le exaltó a lo sumo». Un día, todos nos arrodillaremos en adoración al Señor resucitado, «para la gloria de Dios el Padre».
La fe revela a Dios
En esta fascinante historia de fe, sacrificio, confianza y obediencia, veo las características de un Dios que no pidió nada de Abraham que Él mismo no se demandara.
Dios Tenía un Plan (y Todavía lo Tiene)
Por mucho tiempo no comprendía cómo funcionaba la industria automotriz. Yo pensaba que cuando una persona quería un automóvil, simplemente iba a su distribuidor local, pateaba un par de llantas y realizaba un pedido con un vendedor. Creía que cuando las oficinas centrales de la compañía recibían la orden, iban a la fábrica a buscar … Lea más
La tumba
El hombre sin pecado que había muerto por ellos. El amigo, el maestro, el Mesías, el Salvador estaba vivo. Nada volvería a ser igual. Desde ese momento en adelante, pasarán a la eternidad gozándose por lo que había ocurrido.
El día intermedio
Jesús claramente predijo Su muerte a Sus hombres—y todo se desarrolló con la exacta precisión que Él predijo. Pero Su muerte no fue todo lo que prometió. Ésta fue solo el principio.
Los juicios
Nuestra perspectiva histórica nos permite ver con claridad lo que muchas personas en la época de Jesús no pudieron ver. Jesús comprendía mejor que cualquiera que los seis juicios que enfrentaría no eran nada más que maquinaciones de hombres corruptos, celosos de mantener el poder.
Corazones arrogantes y pies sucios
Nadie realmente comprendía la importancia de esa última cena. Nadie más que Jesús. Jesús sabía que «Su hora ya había llegado». Él estaba viviendo en la sombra de la cruz, a menos de dieciocho horas.
El Muro de los Lamentos
Para el pueblo judío, no hay un lugar más preciado en toda Jerusalén. Después de que el pueblo cayera en cautiverio en el año 586 a. C., pronunciaron un juramento frente a los ríos de Babilonia donde prometieron recordar y nunca olvidar su amada Jerusalén. Y nunca lo han hecho.