Priscila: Añadir precisión a la elocuencia

Muy frecuentemente no damos importancia a la doctrina, preferimos sentirnos bien, una música animada y un orador fácil de escuchar en lugar de enseñar la verdad bien. Pero la verdad es que nuestra fe no tiene importancia si no conocemos al Dios verdadero, a nuestro Padre y a Jesucristo, Su Hijo, quien murió en una cruz y resucitó de los muertos por la humanidad.

La viuda con dos monedas: Dar todo lo que tiene

Si esperamos poner en práctica nuestra fe como Él hizo, debemos rendir a Su control todo lo que tenemos, a nivel económico y en todo lo demás, y debemos confiar en que Él va a cubrir cada necesidad.

María y Marta: Esperar y dudar

Por mucho que intentemos, es difícil entender lo que parece ser una contradicción. Después de todo, es difícil sentir el amor de Dios cuando hemos clamado a Él quizás por años y parece que nos ignora.

Herodías: Guardar una crueldad vengativa

La vida de Herodías nos enseña la verdad de cómo un árbol genealógico plantado en maldad produce una cosecha de pecado, a menos que con un hacha se arranque la raíz venenosa. El pecado que excusamos en moderación, nuestros hijos excusarán en exceso.

Ana: Orar hasta que ocurra

Podemos confiar en que la soberanía de Dios tuvo en cuenta las oraciones de Ana en el tiempo perfecto de Dios. Solo basta con decir que Ana había sido fiel en la oración, y creyó que Dios sería fiel a Su Palabra, aunque los días se convirtieran en meses. . . y en años. . . y en décadas.

Elisabet: Regocijarse en la bendición de Dios

Como esposa infértil de un sacerdote, Elisabet podría haber decidido hundirse en la amargura de todos esos años sin tener hijos. Sin embargo, ella permaneció fiel. Su respuesta a la visita de María y a su propio embarazo dejaron claro que su vida estaba llena de gozo.