Tratando con Hábitos Pornográficos del Internet de su Marido

¿Ha tenido el deseo de vivir su propio cuento de hadas y casarse con su príncipe azul y vivir feliz por siempre? Es un sueño hermoso lleno del sonido de las campanas de la iglesia y de las canciones románticas del amor. Pero, cuando usted descubrió el problema de su marido con pornografía, sus sueños se destrozaron. ¡Era como descubrir que su príncipe azul se había enamorado con la bruja malvada y la había traído al castillo para vivir con él! Con este conocimiento viene un diluvio de emociones, abrumadoras y confusas.

¿Cómo puede usted comenzar a entender la inundación de las emociones que están rabiando dentro de usted? ¿Dónde encuentra usted paz en el medio de esta tormenta?

La Decepción Se Descubre — ¡No puedo Creer que esto es Verdad!

La primera sensación asfixiante que agarra el corazón de una mujer después de aprender del pecado de su marido es incredulidad. Esto pudo haber venido cuando su marido le confesó. Más frecuente, ocurre cuando usted lo coge de repente viendo pornografía del Internet, descubre gastos inexplicados en el estado de cuenta de su tarjeta de crédito, o encuentra una película pornográfica escondida en la parte posterior del armario. ¿Cómo puede ser que el hombre que usted conoce -el hombre que por afuera aparece piadoso – esté involucrado en un pecado tan secreto? Pero cuando la verdad penetra su corazón, así también entra una sensación repugnante de traición. Cristo nos dice que los pensamientos lujuriosos son del corazón-equivalentes del adulterio (Mateo 5:28). La adicción de un marido a la pornografía introduce un burdel lleno de mujeres adúlteras en su relación de una sola carne. Le da asco en su estómago solo pensar en eso.

La Desconfianza Comienza — ¿Soy yo la culpable?

Usted comienza a preguntarse lo que usted pudo haber hecho diferente. Quizá usted se siente como una tonta por ser tan confiada. A lo mejor usted se echa la culpa a sí misma, pensando que si tan solo hubiera cedido a la exigencias cada vez más degradantes de su esposo en cuanto a tener relaciones sexuales, tal vez él no se habría sentido “empujado” a buscar otra salida.

Sin embargo, usted no es responsable por el pecado de su marido. Santiago 1:14-15 nos dice:

Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. (NVI)

Santiago está diciendo que el pecado sale de adentro de nosotros. Él está repitiendo la enseñanza de Jesús donde dice, “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Estas son las cosas que contaminan a la persona…”(Mateo 15:19-20a). La Escritura enseña claramente que cada uno de nosotros somos responsables ante el Señor por nuestro propio pecado (Deutero-nomio 24:16; Jeremías 31:29-30; Ezequiel 18:19-20). Mientras que usted es responsable por cualquier pecado que usted haya cometido contra su marido, usted nunca es culpable por el pecado de su marido. No es su culpa que su marido ha cometido pecado.

El Furor Comienza — ¿Cómo pudo él haber hecho esto?

En esta inundación de emoción, la ira es muchas veces la próxima sensación que se presenta. Un sentido inicial de traición y los pensamientos de culpabilidad pueden ayudarle a evitar la ira temporalmente. Mientras que la ira comienza, usted puede tener ganas de pagarle por las maneras en que él la ha lastimado a usted y su matrimonio. Usted puede estar considerando decirles a sus hijos que su padre es un pervertido, o tal vez usted está pensando de abandonar la relación matrimonial.

Es fácil permanecer enojada porque la ira es una emoción fuerte y poderosa; la ira se siente segura. Pero la ira no siempre es provechosa, especialmente cuando su deseo es lastimar o dañar a otros.

Pablo nos advierte del daño que la ira desenfrenada hace a las relaciones (Efesios 4:26, 31; Proverbios 29:11; Santiago 1:19-20). Mientras que la indignación justa es apropiada, debemos tener cuidado. Su marido ha pecado grandemente contra usted y contra el Señor Jesucristo, pero su ira no tiene la habilidad o el poder de cambiar a su marido y llevarlo al camino correcto. Deje que su ira encienda una pasión para luchar por su matrimonio, pero recuerde que la ira nunca en sí mismo puede lograr hacer un cambio en el corazón en su marido.

Llegar a Un Lugar de Reposo —Me Da Tristeza de lo que ha Pasado

En el medio de un dolor tan profundo hay un lugar de reposo. Usted siente tristeza por lo que ha sucedido y profunda angustia por la traición de su marido. Pero un corazón triste puede al mismo tiempo ser un corazón quieto. La paz fluye de un corazón que permanece en Cristo. Ruéguele a Dios por su matrimonio. Invierta su tiempo en revestir su corazón de la verdad de la Palabra de Dios. Pues cuando la inundación de la rabia se desploma, de la tristeza florecerá una esperanza de restauración.

Una Palabra de Esperanza

La pornografía no tiene que ser la “bruja malvada” que arruina su matrimonio. Nuestro Dios es un Dios de rescate, rescate personal y rescate de relaciones. Cada uno de nosotros somos una criatura caída, lejos de los estándares de Dios de la Santidad. Pero Él nos ha cambiado y continúa haciéndolo. Él ama a su marido más que usted. Él valora su matrimonio más que usted. Usted puede confiar en Él por su marido y su matrimonio.

Pasos de Acción

  1. Comience un diario de emociones. Registre sus pensamientos de enojo, de tristeza, y temor, y pida que el Señor ministre a su corazón mientras usted le vierte sus emociones.
  2. Reúnase regularmente con una compañera de oración. Busque a una buena amiga que pueda escuchar sus preocupaciones y apoyarla con la restauración de su matrimonio y marido.
  3. Reúnase con una consejera. Para contestar algunas de sus preguntas más profundas sobre usted misma y sobre su matrimonio, usted puede encontrar una consulta con una piadosa consejera cristiana.