Dios nos empuja, o incluso nos perfora, para llevarnos a la verdad de que solo Dios sigue siendo la fuente de nuestra realización y motivación en la parte más profunda de nuestro corazón. Solo Él puede satisfacernos.
Aliento y Consuelo
La mujer Sirofenicia: Suplicar para recibir la gracia
Podemos acercarnos con valor y humildad reconociendo que nuestra necesidad es mayor que nuestra habilidad. . . pero no es demasiado grande para Dios.
El martillo, la lima y el horno
Tan difícil como pueda ser para usted creer esto hoy, el Maestro sabe lo que hace. Su Salvador sabe cuál es su punto de quiebre. El proceso de magulladuras y aplastamiento y derretimiento está diseñado para cambiar su forma, no para arruinarlo. El valor suyo se incrementa cuanto más tiempo Él le dedica.
María y Marta: Esperar y dudar
Por mucho que intentemos, es difícil entender lo que parece ser una contradicción. Después de todo, es difícil sentir el amor de Dios cuando hemos clamado a Él quizás por años y parece que nos ignora.
Herodías: Guardar una crueldad vengativa
La vida de Herodías nos enseña la verdad de cómo un árbol genealógico plantado en maldad produce una cosecha de pecado, a menos que con un hacha se arranque la raíz venenosa. El pecado que excusamos en moderación, nuestros hijos excusarán en exceso.
Ana: Orar hasta que ocurra
Podemos confiar en que la soberanía de Dios tuvo en cuenta las oraciones de Ana en el tiempo perfecto de Dios. Solo basta con decir que Ana había sido fiel en la oración, y creyó que Dios sería fiel a Su Palabra, aunque los días se convirtieran en meses. . . y en años. . . y en décadas.
Elisabet: Regocijarse en la bendición de Dios
Como esposa infértil de un sacerdote, Elisabet podría haber decidido hundirse en la amargura de todos esos años sin tener hijos. Sin embargo, ella permaneció fiel. Su respuesta a la visita de María y a su propio embarazo dejaron claro que su vida estaba llena de gozo.
María, la madre de Jesús: Rendirse ante los propósitos de Dios
Sí, esos días llegarían seguro. El pequeño Cordero que había nacido estaba destinado a ser sacrificado. Pero aquella noche, María abrazó a su bebé y lloró suavemente ante la maravilla de todo.
La mujer virtuosa: Agradar a Dios por encima de todo
Una mujer que agrada al Señor vive la vida. Ella trabaja duro dentro y fuera de la casa. Ella trabaja de forma inteligente, haciendo inversiones inteligentes de su tiempo y dinero. No se preocupa o tiene miedo. No mira atrás.
Ester: Esperar a que Dios obre
El Señor sujetó el corazón de Ester y no tuvo miedo de la situación a la que se enfrentaba. Fue un paréntesis silencioso y poderoso en su vida, y Dios lo honró.