Escoja Su Actitud

Cuando mis actitudes son las debidas, no hay barrera demasiado alta, ningún valle demasiado profundo, ningún sueño demasiado extremo, ni ningún reto demasiado grande para mí.

Luz Para el Sendero

Cuando tenemos un temor apropiado del Señor viviente, viviremos una vida más limpia. Cualquier persona que ha nacido de nuevo y que peca voluntariamente ha bloqueado momentáneamente su temor de Dios.

Tierno y Tolerante

Cuando navegamos por la vida con las velas bien izadas y la sabiduría al timón, tal vez no esquivemos todas las tormentas, pero tendremos la fuerza para perseverar. Podemos enfrentar lo imprevisto sin temer hundirnos.

Mire al Cielo

Dios es inmutablemente fiel. Y sin embargo deliberadamente nos sorprende con asignaciones difíciles, muertes prematuras o inesperadas, trabajos que se pierden, y circunstancias desalentadoras en el camino, incluso mientras estamos en el núcleo de su voluntad.

Placer y Dolor

Cuando usted persevera en la prueba, Dios le da una medida especial de perspectiva. Usted se vuelve receptor del favor de Dios conforme Él le da algo que usted no aprendería de otra manera.

La Urgencia del Momento

Si uno se da cuenta de que debe rendir cuentas por cada palabra ociosa y acción cuando comparezca ante el Señor Jesús, eso hace cosas asombrosas a la conducta de uno.

Esperanza Revivida

Como flores en la nieve, el color largamente esperado vuelve a nuestra vida. El Arroyo, en un tiempo congelado, comienza a deshelarse. La esperanza revive y nos baña.

Una Actitud de Satisfacción

Eso que constituye gran riqueza no se relaciona con el dinero. Es una actitud de satisfacción («ya basta») acoplada con paz interna (una ausencia de retorcerse) más un andar con Dios día tras día, momento a momento.

Todas las Murallas Finalmente Caen

Todas las murallas finalmente caen. Incluso las nuestras. Incluso las que se levantan contra nosotros. En el análisis final, ¡Cristo vence! . . . No hay muralla tan grande para la que Él no sea incluso más grande.

Usted es Interés Personal de Dios

Dios se preocupa más por ellas de lo que nosotros nos preocupamos: esas cosas que se atascan en nuestra mente como pensamientos hostigosos, que duelen, que preocupan.