Una semana de vida

Jesús vivió Su semana final bajo el aplastante peso de que Su hora había llegado. Su largamente profetizado sacrificio era inminente, así que estos minutos finales eran preciosos y pocos.

Este es el Día

Por primera y única vez, este domingo, Jesús aceptó las alabanzas del público en general. Pidió un burro para montar, cumpliendo la predicción que el profeta Zacarías dijo quinientos años atrás, de que el Rey vendría, humilde y montado en un borrico.

La tumba

El hombre sin pecado que había muerto por ellos. El amigo, el maestro, el Mesías, el Salvador estaba vivo. Nada volvería a ser igual. Desde ese momento en adelante, pasarán a la eternidad gozándose por lo que había ocurrido.

El día intermedio

Jesús claramente predijo Su muerte a Sus hombres—y todo se desarrolló con la exacta precisión que Él predijo. Pero Su muerte no fue todo lo que prometió. Ésta fue solo el principio.

Los juicios

Nuestra perspectiva histórica nos permite ver con claridad lo que muchas personas en la época de Jesús no pudieron ver.  Jesús comprendía mejor que cualquiera que los seis juicios que enfrentaría no eran nada más que maquinaciones de hombres corruptos, celosos de mantener el poder.

Corazones arrogantes y pies sucios

Nadie realmente comprendía la importancia de esa última cena. Nadie más que Jesús. Jesús sabía que «Su hora ya había llegado». Él estaba viviendo en la sombra de la cruz, a menos de dieciocho horas.

El Muro de los Lamentos

Para el pueblo judío, no hay un lugar más preciado en toda Jerusalén. Después de que el pueblo cayera en cautiverio en el año 586 a. C., pronunciaron un juramento frente a los ríos de Babilonia donde prometieron recordar y nunca olvidar su amada Jerusalén. Y nunca lo han hecho.

La controversia en el Templo

Los fariseos anticipaban la llegada de un Mesías conquistador. Su tradición les decía que Él llegaría a Su templo de manera repentina. Y así fue. El Mesías había llegado, pero no como ellos lo esperaban.

Las apariencias engañan

A pesar de todas las oraciones en voz alta y sus muchas obras, Israel era estéril. Aquellas apariencias externas impresionantes de trajes sagrados y de estilos de vida legalistas encubrían el hecho de que el corazón de Israel se encontraba lejos de Dios.